jueves, 4 de octubre de 2012

A CIELO ABIERTO ( NOTA 2)

EL AMBIENTE Y  LA ESCLAVITUD EN EL SIGLO XXI Y PENURIAS ANALOGAS.

En las primeras lecciones de historia, aprendíamos que la Asamblea del AÑO XIII había abolido a la esclavitud (dato falso porque lo que  declaró fue la libertad de vientres, la  abolición ocurrió recién con la Constitución de 1953) y los símbolos de nobleza. Me llamaba la atención esa declaración que aparecía tan civilizadora. Nuestro país no tuvo tradición esclavista – en el sentido y con el vigor que representó para el comercio en otras latitudes -y los títulos de nobleza, en el medio pobre y empobrecido colonial, cero al as. No convivían en nuestro barrio descendientes de esclavos ni familias de abolengo europeo. Estaba en los libros, no en nuestra cotidianeidad. Las referencias eran doctrinarias.
Sabíamos que el esclavo era incluido en el concepto “COSA”, y creo que nadie estaba familiarizado con esa creencia. En la constitución de l853 se los menciona como “los pocos que aún existen” (corrobora cuanto dije). Nuestro ideario era republicano, y constituye la herencia social más importante que recibimos de los próceres.
Para esos siglos, y los anteriores, el esclavo era un recurso equiparable al suelo, a los beneficios que la naturaleza nos brinda generosamente. Su tenencia engalanaba a la riqueza.
Las redadas de hombre y mujeres en las costas africanas debieron constituirse en la peor y más feroz pesadilla que esos seres pudieron haber padecido.
De chico, veíamos al carro de la municipalidad que cazaba perros cimarrones y abandonados.  La vulgar “perrera” hoy abolida. Su  destino final era desconocido pero lo intuíamos mortal. Viendo esas escenas, si nos impactaba por tratarse de animales, cual habría sido la sensación si se encestara delante de nuestras narices a semidesnudos y felices mortales para sepultarlos en la infelicidad perpetúa: la pérdida de la libertad.
Pero de esos conflictos siempre estuvimos felizmente alejados, lo que no quita la consideración del cruel destino sufrido por generaciones enteras, arrancadas de su medio, que se sabía esplendoroso, gentil, protector, inagotable.
La palabra “arrancado” siempre la asociamos a la esclavitud. Eran desprendidos de su familia, de su medio, de sus costumbres, de su vida. Pasaban del paraíso al infierno por arbitraria voluntad y decisión del más fuerte, y de su proyecto económico, cada vez mas alejado del proyecto humano.
Con el tiempo las ideas que fatal y felizmente gobiernan al mundo, fueron más poderosas que la supuesta fortaleza de las armas. La regla moral es acabada prueba de ello.
El proyecto humano se abrió camino. La revolución francesa en el siglo XVIII,  incorporó los derechos del ciudadano, la Declaración de los Derechos del Hombre en l948,  los trasladó a un espacio  más amplio para todos los ciudadanos del mundo, luego de dos cruentas e infamantes guerras mundiales.
Finalmente el reconocimiento del hombre como ser ubicado en el centro del universo. El hombre y su medio en simbiosis, en vida unida. Esencial uno para el otro. Nació el ambientalismo a fines del siglo XX y con él, el reconocimiento de la fuerza de los recursos naturales, de su imperiosa necesidad y del peligro en su agotamiento.
La disparidad en el crecimiento económico, en el desarrollo cultural y en el acceso al mundo de la modernidad, transformó a muchos países en exportadores de seres humanos hambrientos, desolados, desesperados.
Los recursos básicos, por desconocimiento, por inexperiencia, por idiotez, por ignorancia, por muchos y sobrados motivos, se agotaron, y con ellos nació el hambre, la desesperación, las sequías en tierras que otrora fueron fértiles, las inundaciones en los paramos donde hubo bosques.
Los descendientes de quienes en la antigüedad fueron salvajemente arrancados de sus tribus para perder en lejanas comarcas su dignidad humana, hoy voluntariamente y arriesgando sus vidas, o lo que queda de ellas, intentan cruzar el Mediterráneo –por dar un ejemplo espacial, los hay otros y por otros motivos- en precarias embarcaciones. Saben que las posibilidades de supervivencia en el mar son escasas o nulas. Sin embargo lo intentan. Lo que dejan atrás es peor. Eso es lo que declaran cuando llegan exhaustos o recogidos por guardacostas o particulares y se alojan en campos de refugiados, (un nuevo status ambiental) que se les aparecen como las puertas del purgatorio.
En otro extremo del mundo, y en las antípodas en todo sentido, también asomaron al mundo jurídico y social otros refugiados ambientales, - no precisamente hambreados ni indigentes – habitantes de la ciudad de Nueva Orleans, los que fueron reubicados temporariamente en otros estados como consecuencia del huracán Katrina que provoco las copiosísimas lluvias que culminaron en el desastre ambiental en esa ciudad.
Paradojas de los extremos.
El rasgo común es el maltrato ambiental del río Missisipi que recibió durante más de un siglo angostado, amurallado, despojado de sus brazos protectores (bañados, esteros marismas, convertidos en  tierras de labranza o núcleos urbanos en nombre del desarrollo sostenible –el económico me refiero -) y el haber erigido una cuidad cada vez mas populosa sobre el enorme humedal en su salida al mar.)
Pequeña digresión: quien haya adquirido inmuebles en los barrios cerrados o clubes decampo instalados sobre humedales –en el gran Buenos Aires- a la vera de ríos o arroyos, vaya tomando nota de lo que inexorablemente le ocurrirá.
Cuando bregamos por la custodia del medio ambiente estos hechos nos parecen extrapolados de una realidad distante de la nuestra. Pero no, el agotamiento de los recursos genera estos males, estas miserias, estas desgracias, estas futuras esclavitudes, hasta hoy impredecibles, pero no por ello menos peligrosas.
La conexidad entre las advertencias actuales y la omisión de las conductas apropiadas para conservar los recursos es un delgado hilo.
En Estocolmo( l972) se estableció entre otros principios que “los recursos naturales de la tierra incluidos el aire, el agua, la tierra, la flora y la fauna y especialmente muestras representativas de los ecosistemas naturales, deben preservarse en beneficio de las generaciones presentes y futuras, mediante una cuidadosa planificación u ordenación, según convenga” ( principio 2).
La resolución 37 de l982 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, también advertía que “el deterioro de los sistemas naturales que dimana del consumo excesivo y del abuso de los recursos naturales y la falta de un orden económico adecuado entre los pueblos y los Estados, socavan las estructuras económicas, sociales y políticas de la civilización”.
Estas noticias de actualidad deben constituir soporte de reflexión para quienes tienen a su cargo, explotan o custodian las fuentes de los recursos naturales. Los  retrocesos en  ese campo,  producen los males expansivos que de golpe, trasladan a los seres humanos a épocas de la historia que se consideraban superadas.

Dr. Mario A. Capparelli  capparelli.mario@gmail.com

Colaraborador en web: Abogado laboral san isidro Tramite de sucesion

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